Las cuatro estaciones se escribió a mediados de los setenta, cuando Guillermo Bedregal acababa de escribir Ciudad desde la altura en 1974 y un año antes Jaime Saenz Recorrer esta distancia. No es arriesgado decir que en todos los casos la ciudad aparece como una presencia medular e inevitable, iniciática. En el caso de Las cuatro estaciones tratamos con cuatro estares o asentamientos de la palabra, que se los puede enumerar como sigue: la soledad, los misterios, los hijos, los amigos muertos. Para Bascopé, erigir una imagen, una ciudad interior operante, es, inevitablemente, un modo de relación con las cosas, que para fatalidad de estas cuatro estaciones, se dispersan por unas gradas oscuras, por los rincones del musgo (de las palabras). / R.O.
