Una reseña / Virginia Ayllón

Una reseña / Virginia Ayllón – Mariposa Mundial

La publicación del N° 2 de La Mundialita, revista de Alasita de La Mariposa Mundial es un buen punto para reseñar esta revista que el 2019 llegará a sus 20 años de vida.

Creada en 1999, toma su nombre de una chingana, retratada en el libro La Piedra Imán (1989) de Jaime Saenz:

“No te aflijas, le dije. Yo conozco una chingana de media cuadra de largo en la calle Virrey Toledo. Se llama La Mariposa Mundial y el dueño es mi amigo. Tiene piano y si quieres te llevo y te recomiendo.

Lo más chistoso es que con las trifulcas que se arman y con los botellazos que corren, el piano está en una jaula de alambre tejido, y lo bueno es que el que toca el piano no tiene por qué afligirse y sigue nomás tocando, dele que dele con el tambor, en medio de trifulcas y botellazos, sin que ninguna botella le llegue y le rompa la calavera (…) Vamos a tomar api, le dije. Después te acompaño a tu casa y esta tarde te llevo a La Mariposa Mundial”.

He revisado con cierto detalle los 16 números publicados entre 1999 y 2013, dirigidos por Rodolfo Ortiz, poeta y crítico literario. Y entre las formulaciones que de rato en rato deja entrever la revista, y mi lectura, colijo que esta revista se ha propuesto y finalmente consolidado una línea editorial que atiende la lectura de la literatura boliviana, la promoción de nuevos valores, la lectura de la literatura mundial o más cosmopolita y, notoriamente, “rescatar” papeles y archivos, en la tradición de Carlos Medinaceli.

Para quienes conocemos de cerca el funcionamiento de la revista, eso de “director” no suena muy bien porque lo que hemos advertido es más bien que la dupla Rodolfo Ortiz – Omar Rocha es la “hacedora” de la revista, lo que, sin embargo, es incompleto, ya que lo que mejor corresponde es el trío Rodolfo Ortiz – Omar Rocha – Rolando Costa, porque el artista plástico Costa ha estado a cargo del diseño de la revista desde su primer número, dotándole de ese singular sabor añejo-moderno, de  color crema  viejo que junto al grabado  ha establecido su característica formal.

Aun así, es incompleto porque la revista no pudo haber sido ni ser (ni será) sin la presencia certera de Rubén Vargas, Juan Carlos Orihuela, Juan Mac Lean, Jessica Freudenthal, David Portillo, Andrés Ájens, Jaime Taborga, Álvaro Díaz Astete, Óscar García y Benjamin Chávez (y la sombra, claro está, de Saenz, Medinaceli, Figueroa, Urzagasti, Borda, Sotomayor, Lezama Lima, Churata).

Periodicidad

Dislate de editar una revista en Bolivia, La Mariposa también creyó que podría ser cuatrimestral, como sus tres primeros números, para volverse semestral los siguientes seis números, y finalmente quedarse en un número anual. Esta casi caída al abismo de las “desaparecidas” fue el fantasma que rondó a la revista los años 2005, 2008, 2009 y 2010 que no publicó ningún número. Grave cosa esta de publicar revistas en Bolivia. “Pero salió airosa, se levantó de sus cenizas, cual Ave Fénix”, diría un texto de cualquier revista del siglo XIX, que, como se ve, sigue sirviendo en el XXI.

La separata

No hay secciones fijas en la revista, apenas dos y menores “Nuestra encuesta” y “El libro amado”, que además a veces salen, otras no. Pero lo más llamativo de la revista son las separatas. La separata ofrece fragmentos de textos, cartas, textos inéditos, traducciones, etc., sobre un autor, cuya obra, generalmente también fue tratada en ese número de la revista. Varias incluyeron, además, estudios introductorios, como el de Rubén Vargas,  Poesía y realidad de Roberto Juarroz, en la separata del número 5, dedicada al argentino Juarroz. En conjunto, estas separatas constituyen una serie editorial en sí misma, de valor literario e incluso gráfico. Tal el caso del N° 18 dedicado a la obra de Saenz, cuya separata es la reproducción de la revista Vertical.

La traducción

En La Mariposa Mundial, el valor de la traducción parece residir en la relectura de la literatura, universal, latinoamericana y boliviana, a través de un corpus literario de la “otra vanguardia”. De ahí que no interesa traducir “lo nuevo” sino lo representativo para ese corpus, “viejo” o “nuevo”.

Entre 2000 y 2014 se publicó la traducción de textos de al menos 36 autores, entre los que destacan los de Djuna Barnes, Valerio Magreli, Eavan Boland, Roger Mounier, Walter Benjamin, Charles Bukowski, W.H. Auden, John Cage y E.M. Ciorán. Además, dado que algunas traducciones son tomadas de otros textos, aparecen traducciones de Jorge Luis Borges, Ezra Pound, Rosa Lentini, Pierre Jacomet y Pedro Anandón, entre otros.

La tarea de traducción correspondió, al menos, a 43 traductores y entre ellos hay que relevar la tarea de traducción de escritores bolivianos que han traducido para la revista: Moira Bailey, Alan Castro, Jessica Freudenthal, Óscar García, Juan Mac Lean, Geraldine O’Brien, Rodolfo Ortiz, Nicolás Suárez-Arauz, Óscar Vega y Emma Villazón.

La editorial

La Mariposa Mundial es la revista, pero también la editorial que tiene tres colecciones: Papeles de antaño, Papeles de Ogaño y Papeles de Argolla. La primera dedicada al rescate de textos, la segunda dedicada a los textos contemporáneos y  la tercera dedicada a la traducción.

En Papeles de Antaño se han publicado seis títulos, cuatro de ellos dedicados a toda la obra de René Bascopé (Cuentos completos, Las cuatro estaciones, La tumba infecunda) y los otros tres dedicados a Arturo Borda (Nonato Lyra), Roberto Leitón (Aguafuertes)  e Hilda Mundy (Pirotecnia).

En Papeles de Ogaño se han publicado siete libros de autores bolivianos: Benjamín Chávez, Cé Mendizábal, Juan Cristóbal Mac Lean, Rodolfo Ortiz, Juan Carlos Ramiro Quiroga Ramiro y Edwin Guzmán. Finalmente, Papeles de Argolla se inicia con Introducción al método de Leonardo da Vinci, de Paul Valery.

El archivo

La otra pata de este proyecto que se llama La Mariposa Mundial es el archivo, en la tradición de Carlos Medinaceli: escritor, crítico, pero también rescatador de papeles y apasionado por los archivos.

Aquí no hay otra que traer al saco del aparapita, descrito en Felipe Delgado (1979) de Jaime Sáenz, (pero también en el cuadro  El yatiri, de Arturo Borda), como hecho de retazos. Para el Cachín Antezana, la “materialidad diversa y fragmentaria” del saco, permite adivinar “el posible original”. La búsqueda de ese posible original hace que muchos se las tomen de archivistas y detectives y, de ese modo, se conviertan en buhoneros, traperos y reskatiris; caminantes de las mismas calles que los aparapitas de la ciudad.

Así se han vuelto los de La Mariposa Mundial, ya que, con el original entre ceja y ceja, ha iniciado la función de archivo junto a la preparación del primer número de la revista, en 1999, con el rescate de textos de Jaime Saenz. Desde entonces  han reunido los papeles, papelitos, objetos, dibujos, fotografías y todo cuanto diga algo de Guillermo Bedregal, Sergio Suárez Figueroa, René Bascopé, Juan Conitzer, Gamaliel Churata, Arturo Borda e Hilda Mundy. Además, y muy importante, este archivo está conformando otra colección: las revistas literarias producidas en Bolivia o con impacto en Bolivia.

El valor de la revista

Para finalizar, es preciso encomendar a la memoria del querido Rubén Vargas, quien valoraba la revista porque “tiene una atención sostenida a ciertas zonas de la literatura boliviana: una atención que con un ojo relee y con el otro lee”. Asimismo, estimaba mucho “la decisión de poner en valor a ciertos autores y obras del pasado y tender un puente entre el pasado y el presente, es decir, de reconocer una tradición”. Le gustaba a Rubén que la revista insista en la obra de algunos personajes (el chileno Juan Emar, el cubano Lezama Lima, el argentino Macedonio Fernández), “notables por su desmesura”. Particularmente Rubén acentuaba de la revista su “gusto por echar al tapete cartas —provocaciones— de alto calibre”.

Yo creo que La mariposa Mundial, sin quererlo —porque quienes la construyen lo hacen en serio… pero también en juego. Conjeturo que por eso La Mundialita salió como por un tubo más que como por encanto— está entre las revistas que están conformando un campo autónomo de la literatura y sus publicaciones periódicas en Bolivia porque su proyecto es literario autoreferencial; es decir de literatura sobre la literatura.

De ahí su interés en las posibles “otras vanguardias” sin importar la variable cronológica o espacial, releyendo la tradición literaria, a la vez que creando un signo totalmente independiente de la literatura respecto de otros campos, desarrollando una propuesta de lectura de la literatura boliviana en diálogo constante con las literaturas del mundo. Aquí La Mariposa también se une a la tradición de las revistas literarias y culturales en Bolivia, estudiadas por Gabriel René Moreno, quien asienta las bases de estos estudios en Bolivia, mostrando rasgos de la autonomía del campo literario en Bolivia, en un contexto ahora normado por la tecnología.

Página Siete, domingo, 18 de febrero de 2018.